No sé que me pasa que cuando te veo
me emociono todo y no puedo hablar,
quisiera besarte, ¡cuánto lo deseo!
y mi cuerpo entero empieza a temblar.

Dime Vida Mía, ¡qué es lo que me has hecho!
que cuando te miro me siento morir,
me ha hipnotizado tu hermoso pecho
y en su tibieza quisiera dormir.

Cuando estás sentada, tus hermosas piernas
demuestran que aún eres joven mujer,
tu carita de ángel y tus manos tiernas
han hecho que ya yo te empiece a querer.

Tus labios muy finos esconden los besos,
aquellos que pronto me los vas a dar,
yo sé que en los míos quedarán impresos
tus besos sensuales... tu aroma de mar.

Tus hermosos ojos, como dos luceros,
son faros potentes de un inmenso mar
en el cual navego los dias enteros
ansioso por verte y poderte abrazar.

La sutil figura de tu naricita
le dá un toque fino a tu suspirar,
nariz perfilada, graciosa, bonita,
hasta es hermosa con su estornudar.

Son dos caracolas tus orejas finas,
de aquellas que abundan mucho por la mar
que guardan las notas de suaves sordinas
para que al dormirme las pueda escuchar.

Tus cabellos rubios invitan al viento
al baile nupcial de un atardecer,
si me asfixian ellos quedaré contento
porque con su aroma vuelvo a renacer.

Dos joyas preciosa son tus piesecitos,
pequeños y suaves copos de algodón
que apuran tus pasos por siempre benditos
con los que te acercas a mi corazón.

Un vaivén hermoso tienen tus caderas,
y lo manifiestas en tu caminar;
puedes tú prohibirme todo lo que quieras,
menos que mis ojos las quieran mirar.

A tu cuerpo todo como a tu alma pura
le envío estos versos sin ningún temor
de volverme loco, porque mi locura
ha hecho que te escriba esta Ofrenda de Amor.
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Mariano Bequer
Maracaibo, 05/08/04