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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2008-01-15 | [This text should be read in espanol] |
Se unen: completo e incompleto, constante-disonante, unísono-dísono, y de todos se hace uno, y de uno, y de uno se hacen todos.
Heráclito Para ti Ana Mercedes, con afecto y admiración. 1 Ha sido en vano improvisar cimientos sólidos, para edificar la realidad convencional, la instituida, la impuesta. La seguridad del fundamento pétreo, erigido más allá de todo cuestionamiento, o el cobijo de lo indubitable, no son sino alternativas manifiestas del fracaso, ahora sí, absoluto; y por lo demás, vitalmente insatisfactorio. Ni el discurso científico, ni el religioso, mal conducidos, e inmersos en la corriente arrolladora de un pragmatismo pésimamente disimulado, pueden colmar el anhelo de trascendencia, cierta esperanza de vida en plenitud, y la plena vitalidad esperanzadora, de los seres humanos; cuya mirada de pensamiento, no encuentra infinito que la satisfaga: ni en el cosmos inmenso de las alturas, ni en el caos sin fondo de su interior penumbroso. Sólo el arte, la poesía en especial, podría tener una cierta facultad paliativa, muy valiosa, de poder expresar como ninguna otra faceta del humano, su hambre tortuosa de ser más, que nunca cede. Ya que la poesía, en su voluntad instauradora, multi-versal, inaugura universos enteros, aislados espléndidamente, autónomos, en cada latido de su corazón verbal, su pulsión celebradora de lo creado, del crear mismo. Así, este discurso generoso, el de la belleza inherente- aún cuando se quiere sórdido- posibilita, al ser ex—presado, la capacidad de ser aptos para tomar distancia, y ser-nos libres, aún siquiera por un instante, de la prisión de lo necesario, del tiempo y la causalidad. ¿Cómo se logra lo anterior? ¿Cuál es el secreto del poema para liberar esas voces amordazadas, que guardan el nombre secreto de nuestros silencios más propios? Quizás una posible respuesta-que en el fondo, no queda enunciada mejor que con una pluralidad rica y sin trabas- nos la dé un discurso poético que faculte al lector a despojarse de los lastres metafísicos que lo con-forman; y que a su vez le permitan atisbar, apenas, qué es lo que perdura, cuando Todo ha sido desmontado: allí, donde los vacíos son imposibles, y donde antes los espíritus sobre las aguas deambulaban llenos de tedio, sin decidirse a nada. Estamos hablando de la poesia de Ana Mercedes Collazo Martinez, es decir, del discurso de la Alondra en vuelo,alto siempre, sobre los tortuosos ínferos del ser. 2 Dice María Zambrano: “Tiene el sueño ese contacto íntimo con la realidad, del que se sale al despertar y que, aunque se trate de una realidad pavorosa, nos produce la impresión de haber abandonado el hueco exacto de nuestro ser, donde reside la verdad de nuestra vida: el lugar de nuestro infierno, que es el mismo de nuestro paraíso. Llevarlo a la vigilia, sin que se esfume, ni se debilite su palpitación; hacerlo visible, sin que pierda su obscura vida, es acción que sólo la poesía, a la par que el pensamiento, pueden realizar.” Pues así entonces, la voz poética de la escritora Alondra, bien puede ser comprendida como un discurso ocupado en rescatar esos instantes de noche, como dice Zambrano, de inmediatez, como diría Giorgio Colli, que se dan, cuando la realidad común no se hace aún tal, anquilosada, y nos priva de su sentir. Alondra nos permite en muchos trabajos, contemplar el auténtico rostro del silencio, la voz profunda del ser, aún a pesar de sólo hacerlo a través de la visión de su vitral caleidoscópico, hermosamente insuficiente; porque lo vemos en su inspiración, gracias a una inteligente red verbal, y vemos el mundo en ella, como siempre lo hacemos cuando hacemos mundo; sólo que con una gran diferencia, la red de Alondra es flexible y de tejido débil- en el sentido de Vattimo- variable, mudable: en cualquier momento la otredad nos da otra faz, a través del arte de esta poetisa, que sabiamente cambia la configuración del ser, al hacer-se ella misma parte de su red singular ( y llevándonos en la lectura de sus composiciones, a descomponernos a nosotros mismos, a liberarnos de nuestras cadenas ontológicas , a nuestro ser sujeto de, para permitir concebir-nos en un remolino de palabras y letras en armonía de cristal). Y es que Alondra nos lleva en su alada travesía sobre los ínferos del ser, despojándose de las palabras accesorias, se interna con pericia en su propia red tejida, arrojando fuera puñados de los términos farragosos y las pesadas nociones de nuestra cotidianidad, para así quedar ella misma, su voz poética, aludida sólo por ciertas construcciones verbales, inasibles, entusiasmadas y febriles en una secreta danza primordial, cual figuras de Matisse: las letras libres saltan, corren, buscan emular figuras, hacen un festín particular de sentidos inéditos y transgresores: “posa alcatraces sobre e s t a tierra lame el rocío de febriles poros besa la f l o r de la cimiente; el angosto sol q u e m a tus raices gorjean palomas La cúpula del viento e n s o r d e c e.” (de “Vibración”) _____________________________________________________ “Perderme en la mirada mortecina de las farolas del parque cuando languidece la tarde y huyen los cuervos atemorizados. n A u F r A g Ar en las cuencas. No tengo esa melancolía que aburre y reta a la más sublime de las noches... Hoy reescribo. VIVO.” ( de “Reescribo”) En ciertos poemas clave de su producción exquisita, podemos advertir la motivación de esa celebración singular de transparencia suicida, cristalina al delirio, sí, que asume tintes anárquicos, si gusta ser leída así, en una rebelión sutil contra lo óntico, para conquistar territorios de silencio im-pensables (sólo intuibles) : el alma del ser, aunque al hacerlo sólo pueda encontrarse, sólo pueda alcanzarse, transfigurado su propio sujeto escritural, cual si fuese el mismo una obra de arte abierta. La voz poética de la autora, hecha tono diverso, en búsqueda permanente, de su propia desnuda pluralidad inagotable: Te busco con ojos de pájaro, con alas de fuego con labios de malvas. Apertrecho un valor desconocido y persigo pétalos ilusos tras las hojas secas. No quiero saber cómo... Quiero atrapar llamaradas esta noche de inviernos. Ir tras el sol aunque quede ciega. (de “Impulso”) ___________________________________________ “profundiza otra vez, una vez más. escondido, asustado, pierde el rumbo de la congruencia y... llama. (…) y retorna... profundamente, un resquicio de cordura se adhire a sus peldaños. (de “Espeleología interna”) Siempre se percibe en estos textos la fascinación del lenguaje al verse liberado, y al contemplarse a sí mismo en configuraciones frías, quietas, etéreas, platónicas, pero- y he aquí el quid del arte de Alondra- heracliteanas al mismo tiempo, mudables y movibles a cada instante. Y lo más significativo es que en este recorrido interno la identidad transitante de la autora, regresa de vez en vez, para asombrarse junto con sus lectores, del flujo de sus alternativas infinitas, para luego volver a difuminarse (difuminarnos) sin titubeos: “Antes de verte, te Amé. Y extravié el diccionario para nombrarte. Cada tarde compaginé mi propio idioma para bal bu ce ar tu nuevo nombre. Descarté las tildes, com/pues/tos, mul- ti - si - lá- bi- cos y te reduje - los fonemas - a un simple sonido ( íntimo) ¡ FAF ! “ (de “Onomatopeyas del amor”) ________________________________________________________ “Quise arrullar la luna en un cielo huérfano y parió la noche una CoNsTeLaCióN de fuego No detuve mi voz... (fuiste e c o)” (de “Despunta”) __________________________________________________ “Dejo los ojos f L o T a r con la lumbre en la fugacidad de la nostalgia que se hidrata en mi pecho regresa el viento frotando sus manos... (crecen, crecen, crecen)” (de “Las esmeraldas”) En última instancia Alondra vuela sobre los ínferos del ser, y no sobre el ser de los ínferos, porque es un ámbito hermético, y ella, como parte del mundo, tan sólo se dice (¡pero sólo eso tanto!) y no puede dejar de decirse por su propia naturaleza vital. Porque en ese vuelo ilimitado podemos vernos con ella en las alturas, y en el horizonte de enigmas callados que sobrevuela, también allí. Y en ese des-apego, en esa escisión lograda para el yo-lector, se obtiene una cierta libertad, que nadie puede arrebatarnos: la jubilosa y llena de valía posibilidad de ser los mismos, en lo absolutamente otro, en lo inasible, lo divino. “Vuelan las aves en el eje de su cuerpo _¿Dóde están? ... (brazos abarcando el cielo) ¡Otra vez han escapado!” ( de “Contraluz”) …escapado, como el misterio siempre en fuga dichosa, de la poesía, en sus alas… Tus alas de Alondra. Poemas de Ana Mercedes Collazo Martinez (Alondra): http://espanol.agonia.net/index.php/author/0015157/index.html Email: [email protected] |
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