LO QUE NO FUE

(31-12-2005)

Los sueños para Anselmo Díaz eran reiterativos y asombrosos.Cada uno con una trama inesperada en donde el tiempo sólo había transcurrido para él,dejando intacto el espacio,la época a la cual se remontaban esas visiones increibles de su pasado. Mayor lucidez no podía tener para entender a esos seres que tanto amó, esas mujeres que marcaron su existencia de manera abrupta y despiadada. Pudo recién comprender, llegando al final de su vida en qué se equivocó y en qué se equivocaron ellas. Y es que las equivocaciones fueron una constante en su vida: se equivocó de oficio trabajando en una oficina de correo postal cuando en realidad lo que quizo siempre fue ser escritor;y también se equivocó innumerables veces en algo divino y otorgado sólo para los espíritus sensibles arrojados por por un fuego fuerte llamado pasión que no supo gozar plenamente en cada una de ellas.
Al despertar de cada mañana,bajo un clima soporífero atrapado por la humedad costeña casi refugiado en la habitación a la cual había vuelto después de muchos años para envecejer,la vieja casa de sus padres que ahora era suya quedando intacta tal como la dejó desde cuando junto con un rollo de manuscritos (poemas,ensayos,cuentos y una novela que nunca pudo terminar)partiera a la capital en busca de nuevas oportunidades, es decir, los sueños que encierran al futuro, esos sueños que se desvanecieron y no por azares ignotos del destino sino por falta de coraje y decisión,la determinación que le faltó para ser escritor o para conquistar a sus mujeres.
La vió con mucha claridad y le pareció entonces todo ridículo.Estaban sentados en la misma carpeta del salón del aula del colegio y allí estaba ella,con sus recién cumplidos 13 años y él con todo el peso de su vejez. Ella le miraba sonriente mientras que Anselmo Díaz no atinaba a hacer algo.¿Pude amarla? se preguntaba mientras contemplaba esos ojos llenos de gracia que en nada perturbaban su inmutable actitud ya propia de su madurez. En eso ella le cogió de la mano y lo transportó por playas que sólo existían en sus sueños. Arrebatado despertó sobresaltado y sin aliento. Sentado en su cama observó el lado izquierdo vacío y contó con la probabilidad muerta de que quizás ella pudo haber estado allí a su lado, con ese aliento de vieja y ese humor propio de de cuerpos de viejo compartidos. No,no era posible se repetía, aún la recuerdo a ella también como si hubiera sido algo importante en mi vida. Y no quizo dormir, sentado en su cama desde la ventana podía oir el estertor de las olas del mar. Algo en él aún perduraba, era el recuerdo de su primer idilio.
Todas las noches a manera de despedida macabra ocurría lo mismo y cada noche recordaba a una y a otra sorprendido por haber estado tan cerca del amor tantas veces,como tantas veces también tan lejos como en ese momento.
Besos,abrazos,caricias,preludios de sexo,sexo(y también sexo con mujeres que no tomó en serio)y luego soledad acompañada de fracasos,romances,idilios carentes de locura o locura demasiada apasionada cargada de dosis suficiente como para espantar a esas mujercitas que no llegaban a los 20 años.
¿Me amas?.Una noche le preguntó una de ellas. Anselmo embargado por una ternura recuperada después de muchos años contestaba:Te amé mucho.
Anselmo Díaz,72 años, arrastraba una historia truculenta que destruyó su vida a los 25 años cuando fuera internado por vez primera en un psiquiátrico. De allí en adelante tranzaría un pacto con la soledad y el rechazo de las mujeres que no quieren parir hijos locos.
El odio y el resentimiento hacia el sexo femenino hizo que se convirtiera en un misógino huraño y sin mayores pretensiones para el futuro. Sus musas se marcharon y él se quedaba solo.
Sin embargo,ya en sus postrimerías,al despertar cada mañana,una tras otra volvían a él, para saber así sea en sueños si él las había amado dejándole un sabor maligno a resaca por todos esos momentos que pudo haber vivido y no fueron,por ese tiempo que se fue y no pudo ser.
Entonces se levantaba,eructaba contemplando su prominente barriga exclamando un fuerte ¡Bah!...de nada me perdí,Anselmo,de nada.Y se duchaba mientras se prestaba para dar una caminata al pie de la orilla del mar de su viejo pueblo...