Franz Kafka se despertó sorprendido
después de una noche monótona sin fantasía
la realidad le abre una puerta imprevista,
y aquel paréntesis se transforma en torbellino
asistido por el vaivén de múltiples patitas.

Atrás quedaba la rencorosa relación
donde el padre dictaba órdenes,
prohibiendo usar la máscara ilusoria
no sé si el insecto era una libélula;
quizá fue una luciérnaga
que aquella noche vino extraviada del trópico
dejando huellas inmutables en su espíritu
lo único cierto es que esa insólita apariencia
arrojaba destellos sobre la medianoche
cuando el borracho dobló el esconce del callejón.

La madrugada de Praga dormía tranquila
ningún ruido alteraba el silencio,
no se escuchaban risotadas de putas
y la luna ya no enrojecía los faroles
la transmutación estaba consumada...
daba lástima ver a ese soñador
atrapado en un cuerpo extraño.

Sin preámbulos grita ante las puertas de la Justicia
íntimo susurro le responde diciendo que es un insaciable
queda abrumado por el pronóstico;
ninguna pócima puede revertir aquel estado
y así descubre su vocación.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia