La flor que sonríe en el crepúsculo
es el símbolo de nuestro afán cuando divisamos la meta
el concepto que teníamos sobre aquella flor ha cambiado
el convólvulo nos infunde aliento para recibir la noche
y aparta nuestra nostalgia del alba.

Mi ilusión avanzaba a trompicones por estrecha calzada
de súbito un viraje sin tino,
la arrojaba en un conducto subterráneo
allí terminó navegando en una lata de sardinas;
la misma que se transformaba en chalupa durante mis juegos infantiles
la varilla del paraguas fue su mástil
y la bayeta roja resplandecía como velamen
sorteando los remolinos,
el azar la obliga a girar
muchas veces se precipitaba en barrena hacia lo desconocido
estrellándose con las tuberías que expulsaban los residuos.

El convólvulo no es la flor del crepúsculo
después de esta odisea sorprende a la aurora,
tu tejido está terminado
y la lana de vicuña mil veces desecha por el telar
brilla formando triángulos de oro.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia