(Efímero desplazamiento de reptil
y en la estancia una lágrima ácida cojea
mendigando trozos de cielo)

orificio profundidad esencia infinita
lomo constelativo
sangre desde algún ojo extraviado
desvelo
híbrido aleatorio cardioebrio
intentando relamer el filo de sus colmillos
agitando sin cesar sus alas de ángel lucífero.

odio furia inerme…
otra estación de la luna
arrodillados hasta la retina
intentando palpar su paradoja
su ironía
entre el gesto y la asechanza
dejando entrever disimuladamente contraseñas
alucinadas oscurecidas
luciérnagas transitando bajo un puente
con una plegaria bajo el brazo
atorada en las cuencas de un cadáver
envejecido niño
inmóvil
interpretando el silencio
interpretándose
hasta reconocer su ausencia.

luego
desciende hasta captar cualquier luna disuelta
sus pequeños inviernos imperceptibles
continúan la mutación a humo
a llaga inmortal
aerocélula
hueso ilápsico
asimilando madrugadas
horas fieras
pronunciando nombres de seres anónimos
aprendiendo nueva sintaxis
adormecimientos a media noche
a medio gemido
agonía completa.

la muerte ha desplegado sus esporas
sabanas y cartones
mira a su alrededor
danza
devora
mientras un ángel despierta ebrio
mimetizándose con la arena en sus branquias
para no llamar la atención
esconde su alquitrán
sus quistes
se camufla por instantes en su sepultura
ansioso de infectarse de arcoíris blanco
buscando la respuesta tallad en su piel etérea.

náusea se aleja tambaleante de sus ojos
se impregna gravitacional en las paredes
el techo
se golpea la cara en el borde de la mesa
trata de liberar su talón
estancado
resbala sobre las últimas hojas secas
que no pudo elevar el viento
tiembla
se sumerge en una mirada sin retorno
se adueña de los rincones
como golondrina arácnida
raspando sus endurecidas estaciones
y su estancia anacrónica.

fusión de caídas
universo plano
penumbra cóncava tocando en el horizonte
puerto que se agita en un trágico arrebol
agujero negro
boca del olvido
estómago vacío
espacios ineludibles interpretando nuevos gritos.
cráter en el brazo derecho
perdigones en el lado izquierdo cráneo flotando en ríos transparentes
en corrientes subvenáticas supervivientes.
adentro
donde nadie siente el vértigo de estar vivo sin estarlo
donde las cornisas no causan tanta asfixia
contienen todos los nombres olvidados
y los ángeles caídos maquinan
un suicidio mágico sin pena
dolor ni remordimientos.