Los pétalos rosados de la flor de lis
acostumbrados a reírse de la flor del fango,
quedaron pálidos ante aquella belleza sigilosa.
Las líneas del contorno sutil
dibujan una estrella de plata;
y tiene la extraña presencia
de un témpano frío cuando emerge teñido de luz esmeralda.

La flor de nieve
ataviada con blancura sideral;
es la novia del silencio,
su raíz aferrándose al cofre de la realeza
profundiza hasta alcanzar el recóndito tesoro de las montañas;
y a medida que destella su níveo color
la soledad le brinda patética compañía
-incrustación de diamante negro-
amistad llena de matices raros
que deja una incógnita en el aire.

La orquídea del pantano
contempla ruborizada el decreto insólito,
que elige a la flor de nieve
para adornar la moneda donde florece el escudo del león;
y el rubor de aquellos celos
tiñen a la orquídea
con matiz de púrpura barata.

Esa distinción de la monarquía
que dibuja a la flor sigilosa,
en una escarapela épica;
convirtiéndola en escudo lumínico
-escudo de armas florecido en un mitón amarillo-
coloca a la humilde invitada
entre la guirnalda del finísimo amaranto
avivando el júbilo del fresno
al contemplar a la mística rosa blanca
florecida en un jardín filatélico.

Jorge ángel Luna Rosado
Colombia