-El demócrata se pasma cuando se entera de la insólita coalición que lo amenaza, cuando descubre que el clasicismo de Sófocles se alía, para condenarlo, con el romanticismo de Kierkegaard.
Cuando ve pactar, para esa empresa; la pompa episcopal de Bossuet con el ateísmo dionisíaco de Nietzsche. Nicolás Gómez Dávila


Con un gambito de caballo
que estremece al tablero de ajedrez,
Sófocles une su clásico juego,
a los alfiles del romántico danés
una música de charanga sirve de trasfondo
a la extraña alianza redondeada
por absurdas argamasas.

Cerrándose su círculo al unirse
la púrpura episcopal del babélico francés,
con el ateísmo dionisíaco del teutón solitario;
cortinajes azules y estandartes rojos
adornan la estancia de aquella inaudita reunión.

El rey demócrata queda pasmado
pues sabe de antemano que la cicuta,
no frenará a la insólita coalición;
unida en ese banquete reacionario...
Y teme que de allí saldrá una poción de mandrágora
que hará pedazos su trono de barro cocido.

Al final sus temores le dan la razón
cuando su frágil imperio se derrumba,
ante la arremetida del escudo totémico,
de aquella liga extraordinaria.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia