-No soy un intelectual moderno inconforme, sino un campesino medieval indignado. Nicolás Gómez Dávila


La furia del campesino medieval
que rompe la estúpida noche moderna,
elevando su antorcha reaccionaria
como una bandera de divisa férrea;
fluye con sabiduría de los escolios
y aferrándose al incunable de edad pretérita
vierte bálsamo sobre la llaga lacerada.

La torre de marfil es potencia de sus ideas
axégesis profunda de la biblioteca de Alejandría,
deslumbrando con ráfaga de potente lucidez;
sin duda es el único intelectual de América Latina
que logró aquella increíble hazaña;
asentando sobre las columnas simétricas
del romanticismo alemán de volcánico rugido
y del clasicismo francés de serena armonía
la augusta decoración del friso
del arquitrabe griego.

Y así calculando la métrica en milenios
de frente le canta la verdad a Carlos Marx,
afirmando que todas las revoluciones
sólo sirven para afirmar el poderío burgués;
por su acerada valentía aquí quisieron
condenarlo al silencio.
Pero desde la Vieja Europa unos caballeros medievales
lo rescataron y allá le dieron a su obra gran difusión,
ahora sus indómitos corceles
galopan por la blanca llanura polaca
penetrando en el fantástico mundo alemán
allí sus escolios como caballeros teutónicos
acometen contra la fantasía moderna
que es asesina de la poesía.

También en la dulce Italia
su pincel de ánimo puntillista,
pinta cuadros de aristócrata fragancia;
hastiado de esta noche ártica
que hoy oscurece a nuestra civilización
dirige la última carga de caballería
contra el molino de hélice sofisticada
consolidando el nostálgico fragor
que espanta el óxido de la armadura
del Reaccionario de Acero.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia