“hay un gato agazapado entre mis costillas y el alma
sus ojos hambrientos muy grandes
cuerpo temblando
mirada fija
y el instinto imparable de matar / amar

un sólo corazón se escucha milímetro a milímetro
hay silencio
la muerte servida en bandeja de plata
como un pájaro herido la vida está ahí
como siempre
dando la espalda”

Hace frío hoy, mucho frío.
Me despierto extraño, se que algo está por suceder. Paso la mano por el vidrio empañado. Por la ventana contemplo el ir y venir de gente, poca gente, con sus rostros cubiertos, como tránsito misterioso de ocultos enigmas.
Repaso con urgencia mi cuarto; cama, silla, mesa, puerta, ventana. Una y otra vez confirmo la existencia de mis cosas, entre ellas, la soledad.
Nada tengo que convencer ni convencerme. Apaciguo la bestia, sosiego su instinto, hoy inútil ante el desamparo, y anclo el barco entre las colchas. Cierro los ojos y me dejo llevar por los infiernos.
Sobre la mesa, el agua de la pava se enfrió.
-¿Hacía frío hoy, te dije?-
Ah, vos tampoco estás.