Cada día se añeja más el vino
que duerme en toneles sellados a los dieciséis,
divina alborada rasgaba la noche,
aquella época hervía en los hornos de Murano;
el vidrio era traslúcido y reflejaba arreboles
las moléculas gritaban con un bullicio metálico
era el grito del estaño,
al doblarse las láminas heridas
los átomos buscaban la expansión del sentimiento,
algunas veces golpeando el metal, otras veces silbando al
vacío
los sueños buscaban abrirse paso a campo traviesa
y tropezaron con un indómito portero,
semejante al guardián que esgrimía el alfanje
protegiendo la diadema;
arrojaba a los invasores más allá de las níveas comarcas
hasta expulsarlos sin botín,
haciendo difícil una retirada hacia Astracán...
Mis sueños jugaron ese partido esperanzados
el mismo guardameta custodiaba la portería,
y los pelotazos largos que en el fútbol definen un resultado
terminaron estrellándose en una férrea muralla.
La idea de alcanzar los pétalos del amaranto
se tornaba en misión imposible,
me seducían las tonalidades diversas
mi jardín despuntaba sinfonías despidiendo fragancia
y cuando las miradas anhelaban color
terminaban acariciando a la orquídea del pantano.

Mi adolescencia huérfana de luna
contempla esta noche nítido plenilunio,
la luna me mira inocente con cara de amiga y sella nuestra amistad
los cencerros que anunciaban el epílogo del verano sonríen bajo el rocío
la noche forma guirnaldas con las gencianas
y despiertan las flores,
azafrán rompiendo el frío témpano
la niebla del otoño acecha mis rimas;
jamás tuve libertad para construir mi vida
por eso mi adolescencia huyó en gótico alazán
esta noche creo que puedo recuperarla,
y como tú tienes faz de luna
tus párpados iluminan la penumbra...
También fuistes una adolescente triste
pero tú tocabas el violín y eso te alegraba
esta noche la hiedra se enreda en la tapia del viejo monasterio
en este patio trabajo como celador y desde aquí sigo escribiendo
de noche el búho escudriña,
cada verso que brota sigiloso
esta noche estás junto a mí y todo es diferente
como un Nocturno de Silva sollozo en medio de la alegría
lirón suspirando junto a las cerezas
busco entre las ramas del tejo,
la baya roja sin veneno
la medianoche tiembla con tu risa alocada
y eso es una garantía para curar mi herida;
con espada ígnea defiendo la circunferencia que nos cobija
círculo defendido a ultranza en el sumo
por un guerrero japonés,
mi adolescencia yacía oculta donde nacen las canciones
y buscaba olvido martirizando los botones de un acordeón
los parques contemplaron su melancólica mirada;
los cines fueron testigos de esa añoranza
cuando un portero indomable atajaba el júbilo
y esta noche brilla en tus pupilas
aquella luna desterrada.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia