Está parada, esperando allí, puente de agua,
extensión en las soluciones de la piel.
Erguida dignidad del amor blanca.
Libre abandono para verla,
piedra, hueso,
ceniza cayendo el sol,
brizna.
Está tendido como un presente aferrado a la tierra,
desde la espalda a la cadera articulando,
ofrecido de rodillas a su modo,
personal ajuste, inclinada fuente de agua.
Abren la muesca de la boca, vanos y llenos,
la brevedad del sendero bajando la colina,
un río cristalino y profundo.
Están hilados blanquísimos
como turbantes cosidos por un joya,
inmune a cualquier mancha,
a cualquier perturbación.
El pie seguro y apoyado,
los arcos fijos,
ese amor sin principio,
sin límite borrando
el terciopelo negro del cielo.